Un chamán realiza un ritual de sanación empleando un totem de... espera... ¿WTF? |
Llevo dos días de curro hasta arriba y no he tenido tiempo ni pa mear a gusto. Aunque tarde, hoy os traigo una nueva colaboración de Khazike, y una nueva demostración de que solo necesitamos un trasfondo bien escrito que delimite por sí mismo el tono, límites y capacidades de la magia; el resto es usar las herramientas que ya tenemos. En XD6 las palabras son poderosas:
Los chamanes de los taki'i, uno de los muchos pueblos nómadas del desierto, en sus continuos intentos psicotrópicos de hallar un camino hacia los dioses se toparon con el Velo. Se trataba de una urdimbre que difícilmente se dejaba atravesar por sus mentes ascendidas, pero lo que hallaron al otro lado no tenía precio.
Podrían ser llamados “espíritus”, “entes”, “seres ultraterrenos”... Ellos los llamaron “rinjin”, aunque el significado original en la antigua lengua de los taki'i se ha perdido. Los chamanes aprendieron a invocarlos allanándoles el paso a través del Velo y a pactar todo tipo de favores con ellos a cambio de su servidumbre.
Los rinjin aceptaban gustosos si el pago era adecuado a su poder y, como no pueden permanecer en nuestro lado demasiado tiempo faltos como están de una forma corpórea, los chamanes los encadenaban; usaban sus dotes para ligarlos a un objeto como un bastón o un amuleto o incluso a toda una aldea, para luego valerse del poder del rinjin y así poder hacer verdadera magia.
Un rinjin es un espíritu incorpóreo, sólo puede percibirlo quien haya entrenado su voluntad lo suficiente. La comunicación con un rinjin menor es apenas un intercambio de sensaciones, en cambio los más poderosos pueden hablar directamente al chamán o incluso aparecerse en visiones. Cada rinjin posee un único poder específico, desde mantener limpia una casa a hacer llover fuego del cielo y la utilidad y potencia de estos efectos es lo que más distingue a los rinjin más débiles, que apenas tienen poderes marginales, de los más poderosos e incluso los llamados “prohibidos” que en su día hicieron temblar al mundo. La motivación de un rinjin menor es simple: recibir su pago y trabajar hasta que el invocador se dé por satisfecho; el por qué del pago sigue siendo un misterio. En cambio los rinjins más poderosos, a parte de aspirar a pagos mayores y objetos más lujosos en los que aposentarse, tienen otras aspiraciones, muchas veces veladas, que lo pueden llevar a hacerle jugarretas a su amo e incluso a traicionarlo. Con un rinjin menor se puede ir sobre seguro: si traiciona a un chamán y se corre la voz, ¿quién más iba a pactar con él?
Manteniendo contacto con el objeto se podía ordenar a un rinjin que usase su poder de la forma deseada. Los chamanes, dependiendo de su capacidad para mantenerlos encadenados, podían reunir variopintas colecciones de objetos encadenados que les otorgaban distintos poderes. Muchos desconocían ésta relación entre el chamán y sus objetos de poder y pensaban que era aquél quien realmente hacía la magia.
El secreto (si es que alguna vez fue tal) de los taki'i pronto se extendió entre las tribus. Había sido difícil hallar la forma, pero una vez encontrada el camino era llano y cualquier neófito era capaz de invocar algún rinjin menor. El ritual es sencillo, basta con poseer lo que el rinjin exigirá como pago (se habrá estudiado antes) y un objeto con el que ligarlo, en ocasiones ambas cosas coinciden. El chamán se concentra y asciende hasta el Velo desde donde llama al rinjin deseado con una fórmula que habrá aprendido de antemano. El rinjin desciende y si el pago, como ya dijimos, le parece adecuado a su dignidad lo consumirá hasta convertirlo en cenizas y se introducirá en el objeto por su propio pie. Si el trato no es de su agrado, volverá al otro lado del Velo a no ser que el chamán use su poder para retenerlo. El proceso no es difícil para alguien apenas entrenado en las artes de las ascensión, lo que no requiere ningún don especial aparte de cierto talento. Por supuesto rinjin más poderosos pueden resultar más difíciles de invocar.
Esta facilidad sólo trajo desgracia. Los chamanes abusaban de su poder, se enfrentaban usando rinjin tan poderosos como malditos y se asesinaban entre ellos por apoderarse de los objetos encantados. Tras siglos de guerra se llegó a un acuerdo entre los pocos chamanes supervivientes con puntos como reducir el número de conocedores, no volver a luchar entre ellos, y abandonar y dejar de invocar a los rinjin más poderosos, los prohibidos. Aunque su intención era buena, el saber es como el agua y siempre busca una salida; por eso empezaron a aparecer brujos independientes de los chamanes, que estudiaban a los rinjin por su cuenta y riesgo y llevaban a cabo proezas mayores y al tiempo más temerarias.
¿Y qué fue de los rinjin prohibidos que ya habían sido invocados? Muchos chamanes rompieron el vínculo con ellos, haciéndoles imposible permanecer en este lado por más tiempo. En otros, sus invocadores abandonaron y escondieron el objeto a la espera de que la cadena se rompiera. La mayoría de las cadenas no aguantan si no están en contacto con sus dueños mucho tiempo, otras duran años o décadas; las mejores, siglos.
Y para terminar de dejar éste trasfondo mágico matizado todavía nos faltaría el zoom a los pequeños detalles, al ejemplo práctico: ¿Qué tal la hoja de personaje de un chamán, Khazike?
1 comentario:
Muy original y evocador. Y seguro que el autor es el colmo de la modestia. xD
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